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En
el marco paradigmático en que se encuentran inmersas las investigaciones
en las ciencias sociales, es importante
admitir que estos modelos llamados paradigmas entrelazan
una pluralidad en cuanto a su identificación, significados, y diversos
tipos de usos; dependiendo desde luego , del rumbo, motivo, importancia,
finalidad y objeto de estudio .
En
este sentido, cuando hacemos mención de pluralidad, como lo plantea Kuhn
(1971), nos referimos al conglomerado multiétnico, cultural, creencias y
actitudes, considerando que la sociedad está conformada por una gran variedad
de razas, orígenes, y por lo demás, albergados por innumerables costumbres,
religiones, donde cada ser humano exalta su punto a conveniencia. Ante esta
apreciación, Alvira (1982), refiere lo siguiente: “es una vía de percepción y
comprensión del mundo, que un grupo de científicos ha adoptado”.
Sin
embargo a este punto referimos: aún significando una metodología determinada,
no escapa en los paradigmas la fenomenología de compartir igualmente,
asentándole un aspecto tangible como los propios elementos de estudio a través
de la observación y lo palpable, así como los fenómenos intangibles que no se
tocan, pero que bajo sus importantes significados, no dejan de fundamentar
objetos de estudio como las creencias y el
“modus vivendi” de los seres humanos, representados cada uno en su casta
o raza étnica. En este orden establecemos que paradigma es el estilo,
apreciación y forma acostumbrada o no, de vida. Donde cada uno, opina y emite
sus consideraciones de acuerdo como lo entienda y aprecie.
Sin
duda alguna, en el nivel educativo se afianzan tres paradigmas, según Koetting,
(1984), el positivista, interpretativo y el sociocrítico. Y cada uno de ellos
tiene su status dimensional y una ontología como naturaleza de la investigación.
Por ejemplo, el más actual como el sociocrítico en los centros institucionales
educativos, háblese de la escuela investigadora y la universidad progresista;
diremos del mismo; el paradigma sociocrítico es un modelo que responde a una
identificación plena con el contexto, diferenciándose de los demás por hacer énfasis
en las transformaciones sociales, económicas y políticas de una determinada
sociedad. Este promueve la autonomía, inteligencia y universalidad como
dimensiones esenciales del proceso de humanización para el desarrollo máximo y
multifacético de las capacidades e intereses del individuo y de sus
competencias epistémicas, lo cual implica una clara vinculación entre los
contenidos formativos, las estrategias de formación y los ejes en los planos conceptuales,
reflexivos, y prácticos para lo cual se requiere un dominio disciplinar,
interdisciplinar y transdisciplinar.
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